Psicología de las Emociones

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Trabajar las Emociones en Psicoterapia

Psicología y Emociones

Qué nos ocurre cuando sentimos ira o amargura constante, mi cuerpo se tensa, no puedo dejar de pensar en algo que me ha ocurrido y le doy vueltas y vueltas sin fin, pero sin saber muy bien qué ocurre o las emociones me desbordan y me siento triste, decepcionado, dolido, sin fuerzas, sin saber qué dirección tomar sin ganas de luchar en la vida. Si hemos vivido alguna situación emocional de este tipo podemos pensar que nuestros niveles de emoción como soledad, miedo, tristeza, depresión, disgusto, culpa, vergüenza, ansiedad están alcanzando demasiada intensidad como para poder manejarlos, la psicología de las emociones puede ayudarnos. Nuestro termómetro interno nos dice que algo no anda bien en nuestro mundo interno como si los afectos y sentimientos anduvieran solos. Es aquí donde la psicología o bien un psicólogo experto en emociones puede ayudarte a entenderte mejor y a poder mirarte de una manera más calmada o más tranquila.

Lo que nos enseña la psicología de las emociones es que los afectos entre sí están relacionados unos con otros, como si unas dieran soporte a otras y se influenciaran mutuamente. Esto es algo que no solemos tener presente. Por ejemplo, cuando estamos desvitalizados sin fuerzas perdemos curiosidad por la vivir no podemos reducir el miedo o la agresividad o la culpa.

Y no es lo mismo sentir emociones relacionadas con la vergüenza (que nos hace sentir inadecuados o inferiores) con mucha rabia que sentirlos sin rabia. En la historia de cada persona está inscrita la intensidad de dichas emociones. Podría ser que una persona hay sido burlada frecuentemente en su niñez o en el colegio y entonces su vergüenza será más difícil de manejar por la rabia intensa que se mezcla con la vergüenza. Es decir, son dos sentimientos y emociones diferentes que se encontraron en un momento o en momentos concretos de la vida. O el ejemplo de personas que utilizar su rabia o su ira para escapar de sentimientos intensos e insoportables de vergüenza.

 

Entonces la psicología de las emociones nos enseña que la expresión de esa rabia junto a la vergüenza es difícil y se retroalimentan y es ahí donde necesitamos la ayuda de la psicología. Y ahí encontramos personas con dificultad para mostrarse, personas que se aíslan por no sentir vergüenza, personas que se drogan para relacionarse con otros, sentimientos de inferioridad o sentimientos incluso obsesivos de culpa, obsesionados si hicieron bien las cosas o mal o si dijeron lo correcto o incorrecto o como quedaron delante de otros, son intensos sentimientos de vergüenza a veces mezclados con culpa. Y la culpa es sentirme malo por algo que he hecho o he dicho y la vergüenza es sentirse totalmente inferior no por lo que he dicho o he hecho sino por lo que soy como persona, sentirme inadecuado como persona.

Y la alegría de o por vivir, una emoción que nos ayuda a tolerar las frustraciones es difícil, cuando no está presente. La alegría como emoción contrarresta el dolor de la vida y es un gran antídoto y un gran medicamente para el sufrimiento. Y recuperar una dosis de alegría en nuestras vidas ayuda contra el miedo, las fobias, contra la culpa y la vergüenza.

Pero la alegría también tiene su intensidad adecuada y algunas personas no saben manejarla y entonces tienen momentos que llamamos euforia descontrolada y no paran de hablar, de gastar dinero, no duermen o tienen dificultades para descansar, hacen cosas continuamente o trabajan sin descanso, pero probablemente debajo de esto haya un profundo sentimiento de tristeza, dolor y depresión, del cual intentan escapar o mejor dicho del que no pueden nunca escapar. La psicoterapia puede ayudar a regular estos vaivenes.

Y la ira, una emoción que nos ayuda a salvar obstáculos en la vida, pero sin destruir a los demás o sin hacernos daño a nosotros mismos. Pero para manejarla es necesario reconocerla y sentirla antes de que aumente tanto que no podamos manejar su poder. Y es aquí donde la psicología y el psicólogo puede ayudar mucho y de manera eficaz porque todos tenemos potencial innato para la ira y las emociones que se relacionan con esta, son la rabia y el odio. Entonces es importante aprender a darnos permiso para sentirla y expresarla primero en terapia y luego en nuestra vida.

Y la diferencia entre la ira o el enfado con el odio es que el primero es un sentimiento normal de oposición o de diferenciarnos de los demás, diferenciar nuestros propios deseos, sentimientos o creencias, el segundo, el odio, incluye ya un deseo de destruir o aniquilar ya sea nuestras relaciones o incluso el odio hacia nosotros mismos. Y el odio y el resentimiento de sentirnos o habernos sentidos dañados van juntos de la mano. Es importante resolver en terapia psicológica los asuntos y las emociones pendientes con personas significativas del pasado para vivir con mayor serenidad porque probablemente pueden estar presentes en las relaciones actuales sin darnos cuenta de ello.

En otras ocasiones sentimos tanto miedo que se transforma en pánico. Y nos encontramos con crisis de pánico y siento que voy a desmayarme o tener un infarto, se acelera el corazón, no siento bien el cuerpo, siento que estoy al borde de algo. Y detrás de ese miedo encontramos duelos sin resolver, sentimientos o deseos vitales sin expresar de los que no solemos ser muy conscientes, sentimientos profundos de indefensión, de sometimiento con respecto a padres, jefes compañeros o pareja, o de soledad o sentimientos de ira o vergüenza profundos, sentirme inadecuado o inferior. Se trata de entender lo que está provocando el sufrimiento y el miedo, a menudo una mezcla difusa de todos ellos difícil de entender sin la ayuda externa del psicólogo.

Y el sentimiento de pena donde debemos distinguir tristeza de depresión. La tristeza es nuestra reacción normal cuando perdemos algo en la vida. Pero la depresión es más compleja porque es una mezcla de diferentes sentimientos como la culpa o la vergüenza y fuerte autocrítica.

Entonces la psicología puede ayudar por ejemplo a que una persona pueda sentir la pena normal sin contaminarse con otras emociones que harían difícil transitar una depresión o la pérdida de un ser querido. Además, cada persona es diferente cuando se deprime. No hay dos depresiones iguales. Y todo el mundo puede soportar los sentimientos de pena y tristeza si solo es pena o tristeza. Pero cuando se acompaña de otros sentimientos potentes es muy difícil, como cuando se acompaña además de fuertes sentimientos de culpa, soledad o vergüenza que además generan una fuerte inhibición, sufrimiento y falta de energía que nos complica toda la existencia.

Entonces nuestro trabajo psicológico comprendería poder recuperar nuestras emociones, aquellas más difíciles de sentir, hacernos conscientes de ellas, sentirlas, tolerarlas y regularlas corporalmente porque se sienten en todo el cuerpo y aprender a expresarlas aprendiendo a entender la información que nos dan para vivir mejor, sabiendo que unas influyen en las otras.

Entender que todas las emociones son necesarias para relacionarnos y vivir mejor y tienen un sentido en nuestras vidas como la culpa en dosis adecuadas ayuda a reparar las heridas o el miedo o la vergüenza anticipatoria nos protegen o la ira nos ayuda a reafirmarnos y reencontrarnos con nosotros mismos o la alegría medicación eficaz ante la angustia, el miedo, el estrés o la incertidumbre normal de la vida.