¿Para qué acudir a un psicólogo?
Son muchos los motivos que nos llevan a consultar con un psicólogo: altibajos en nuestro estado de ánimo, estrés, problemas en la familia, con la pareja, con los hijos, en el trabajo, dificultades en la forma de relacionarnos con los demás, en nuestra forma de ser, en nuestra forma de sentir, de afrontar lo que nos ocurre….son muchos los motivos que nos pueden llevar a una consulta psicológica.
Hasta hace pocos años ir a un psicólogo se podía vivir con cierta vergüenza, de estar “mal de la cabeza”, necesitar un “loquero”, pero lo cierto es que cada vez más personas consultan por problemas propios de la vida, que son más fáciles de transitar estando acompañados: la pérdida de un ser querido, una separación un divorcio, la crianza de los hijos, relaciones conflictivas con los jefes o compañeros de trabajo, incluso la preparación de una oposición o la necesidad de sentirnos más seguros de nosotros mismos, son motivos frecuentes por los que las personas acuden habitualmente a consultarnos a nuestro centro.
Los requerimientos cotidianos, de la familia o del ámbito público y/o profesional, los ambientes competitivos o aburridos, y las circunstancias que nos rodean, especialmente en tiempos de pandemia nos producen un gran malestar: ansiedad, angustia o depresión, y pueden recrudecer problemáticas previas, relacionadas con trastornos de la alimentación o del sueño, adicciones, así como de la vida afectivo/sexual.
¿Para qué me sirve ir a un psicólogo?
Nuestra mayor fuerza con la que contamos, en estos momentos, es poder dejarnos ayudar para poder comenzar a reconocer nuestra gran vulnerabilidad, reconciliarnos con nuestras partes internas más blandas, más desprotegidas y más frágiles, aprendiendo a cuidarlas y a pedir cuidado. Esto nos hará crecer y permitirá fortalecernos con mayor equilibrio ante las inagotables demandas propias de la vida.
En la psicoterapia, este andar acompañados facilita el descubrimiento de estos modos de ser siempre más escondidos en nuestro interior, que compensamos a veces con sobrexigencias extremas hasta extenuarnos.
El dejar de transitar en solitario las experiencias más adversas, supone un gran alivio y nos ayuda a estar con los demás de otro modo.
Dejarnos acompañar, ahora que es necesario resistir más que nunca los embates de la adversidad, se vuelve necesario y está disponible con alguien de nuestro equipo. Queremos lo mejor todos para que juntos podamos salir adelante.