La asertividad

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¿Qué es la asertividad?

La afirmación SÍ y la negación NO, son palabras muy fuertes, con mucho poder. Tal es su implicación en el desarrollo del crecimiento personal de cada uno de nosotros, que podemos afirmar, que su uso adecuado -dependiente de las necesidades de quien las emite- favorece una sana autoestima. Son pues, sin lugar a duda, piezas claves en el desarrollo de un estilo de comunicación asertivo.

Pero, ¿qué es la asertividad?, ¿podéis recordar su significado, a qué se refiere? Bueno, no os pre-ocupéis, mejor vamos a o-cuparnos de ello. Si hablásemos de habilidades sociales o de comunicación, estoy seguro de que podéis haceros una idea más aproximada. Y es que, si finalmente enunciamos que es “el modo en el que puedo defender mis puntos de vista y opinión, sin dañar los derechos de los demás, respetando mi sentir, mi pensar y mi hacer”, qué duda cabe, que la asertividad es la habilidad personal que permite expresar sentimientos, opiniones y pensamientos, de un modo adecuado, sin negar ni trasgredir los derechos de los demás de un modo directo, honesto y expresivo.

El respeto profundo al sí mismo, al Yo, es la máxima del principio de la asertividad, mediante la cual, se promueve el respeto a los demás, sin dañarnos en el proceso de intercambio social. Siguiendo a Richard S. Lazarus, un psicólogo estadounidense, pionero en el estudio de la emoción y el estrés, encontramos la necesidad social en muchos de nosotros, de un aprendizaje de defensa de derechos personales, así como de una habilidad de expresión de pensamientos, emociones y creencias sin violar los propios de aquellos con los que nos relacionamos.

Con base en ello, el espíritu de una conducta asertiva, pasa necesariamente por un darse cuenta, una toma de conciencia dirigida hacia la acción sobre cuatro reglas básicas:

  • La capacidad de decir “NO”.
  • La capacidad de pedir ayuda y peticiones sobre las propias necesidades.
  • La capacidad de expresar sentimientos y emociones positivas-negativas
  • La capacidad de iniciar, mantener y finalizar conversaciones acordes con principios y valores personales.

 

Reflexionemos un momento antes de continuar… ¿Cuántos de nosotros somos capaces de seguir, a priori, estas reglas básicas en nuestras vidas?, ¿qué emociones nos despierta la conciencia de sabernos, en ocasiones, incapaces de afrontar las demandas del medio asertivamente?, ¿cómo hemos actuado en situaciones donde no se respeta nuestra opinión?, ¿se puede cambiar?

Una vez tengas tus respuestas, no seas duro/a contigo/a mismo/a… no es fácil tratar con las personas, intentar quedar bien con ellas y no dejarse atropellar. Sin embargo, sí es importante hacer un trabajo de visualización interior, ser honestos e identificar qué tipo de conducta comunicativa se emplea en las relaciones interpersonales.

¿Os apetece que trabajemos un poco?, ¡pongámonos manos a la obra! Si os apetece vamos a hacer un breve recorrido por los estilos pasivos, agresivos y asertivos de comunicación, de modo que podamos observar sus características, dándonos la oportunidad de conocerlos en profundidad, situando en las propias experiencias su contenido y adquiriendo confianza en que el cambio SÍ es posible.

Estilo pasivo: estilo de comunicación donde se produce una transgresión de los derechos personales al no poseer habilidades que permitan expresar de un modo abierto sentimientos, pensamientos y opiniones. De modo general, suelen hacer uso de expresiones derrotistas (“…sé que no es importante para ti…”, “…no creo que lo tengas en cuenta pero…”), con disculpas (“…perdona si mi idea no es buena…”,”entiendo que me grites, lo he hecho mal, disculpa…”), mostrando falta de confianza y una baja autoestima, que irremediablemente, denota una falta de respeto hacía sí mismo y las propias necesidades. Si actúas así en tu medio social, a buen seguro sentirás incomprensión, a veces cierta manipulación y percibirás que las opiniones personales no son tomadas en cuenta. Además, el sentimiento de enojo e ira puede conllevar extender en el tiempo y contextos este modo de relacionarse con los demás, lo que puede conllevar la aparición de problemas de naturaleza psicosomática (depresión, estrés, ansiedad…) derivados entre otras variables, al elevado grado de frustración almacenada de esos episodios donde niegas tus derechos como persona.

  • Ventajas: disminuirán conflictos sociales, ya que raramente se recibirá el rechazo directo de las personas con las que te relacionas.
  • Desventajas: los demás se aprovecharán, negarás necesidades y acumularás cargas emocionales derivadas de la frustración, el resentimiento y la irritación.

Estilo asertivo: las personas que muestran asertividad en sus relaciones, inyectan a su comunicación social firmeza y seguridad en el uso del derecho que toda persona tiene de expresar sus pensamientos, sentimientos y creencias (eso sí, respetando también el de sus interlocutores). Además, implica mostrar y tomar conciencia del respeto –tan necesario- a uno mismo y por extensión a los demás, conocedor que su expresión favorece la presencia de conflictos en la consecución de objetivos o demandas sociales. Si te identificas con este estilo, felicidades, ya que se supone eres una persona que defiende sus necesidades e intereses, expresas de un modo libre opiniones sin abusar ni dominar y no permites “agresiones en las relaciones”.

  • Ventajas: disminuyes el estrés y ansiedad percibida en las relaciones sociales, muestras opiniones personales de modo libre y obtienes lo que deseas; igualmente, empoderas tu persona, fortaleciendo la autoestima y confianza en las propias capacidades.
  • Desventajas: ¿eres capaz de encontrar desventajas?… si piensas en las posibilidades de conflictos, discusiones y la tan temida “culpa” … te animo a hacerles frente de un modo amable, enriqueciéndote de lo que aportan al crecimiento personal las crisis y su resolución desde el propio derecho y necesidad.
  • Estilo agresivo: la defensa de los derechos personales y su expresión se ejerce a través de modos inapropiados e impositivos, transgrediendo los de las demás personas. Hay muchos modos de agresión, directos e indirectos, que van desde la ofensa verbal, la humillación, los comentarios sarcásticos, las bromas irónicas, murmuraciones… hasta la amenaza. El objetivo es claro: la seguridad de atención de derechos y la dominación-poder sobre los otros; con ello, se consigue asegurar una disminución y capacidad de expresión y defensa de derechos externa.

Desearía tomar un minuto y ofrecerte la posibilidad de exploración de la experiencia personal del lector, observando si en alguna ocasión, se ha empleado un estilo agresivo para reclamar derechos o mostrar opinión, y si así fuere, se recordase cuáles fueron las sensaciones, emociones y pensamientos percibidos. ¿Fueron agradables?, ¿hicieron sentir poder?, ¿lograron lo que se deseaba? Me gustaría, íntimamente, confesarte que la conducta agresiva es un estilo que todos, sin excepción, hemos usado en alguna ocasión y cuyos resultados si han sido favorables, son percibidos como una expresión emocional satisfactoria y con un sentimiento de poder. No obstante, quizás y solo quizás, en algún momento, aparezcan las consecuencias de su uso a largo plazo y con ellas, la culpa, el resentimiento y la soledad, porque, en definitiva, su desenlace es siempre negativo.

  • Ventajas: sentimiento inicial de poder sobre los demás, al conseguir los objetivos propuestos.
  • Desventajas: el aislamiento social es una de las principales, ya que ¿quién querría relacionarse de un modo asiduo con una persona agresiva?
  • En ocasiones, son muchas las personas que afirman usar estos tres estilos de comunicación de un modo habitual y con buenos resultados dependientes del contexto en el que se da lugar. Y es que, desde mi experiencia y opinión profesional, es necesario poder transitar por la pasividad y la agresividad -como polaridades- para conseguir darse cuenta, tomar una vez más conciencia del equilibrio, la paz interior y la plenitud que conlleva el ser asertivo, sabedores de que los absolutos limitan todas las posibilidades. Sin embargo, los interrogantes traídos a consulta, a menudo relacionadas con ese “darse cuenta” de cuándo, cómo y para qué nos posicionamos en uno u otro estilo, hace necesario conocer qué tipo de comunicación verbal y no verbal se observa en ellos.

Ahora que somos capaces de reconocer e identificar cómo establecemos relaciones con los demás y la sociedad, sería interesante elaborar un listado de derechos, un decálogo que pueda ser usado, observado y ampliado -a medida que se avance en el propio proceso de crecimiento- para recordar cuáles son los derechos asertivos básicos.

Entre los que considero esenciales, encontramos:

  • Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
  • Derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.
  • Derecho a reconocer mis propias necesidades, establecer mis objetivos personales y tomar mis propias decisiones.
  • Derecho a la crítica y a pedir explicaciones.
  • Derecho a cambiar de opinión y a decir «NO» sin culpa.
  • Derecho a buscar mis necesidades, aceptando la de los demás.
  • Derecho a cometer errores y o no ser juzgado, criticado o humillado.
  • Derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás.
  • Derecho a ser independiente, gozar, disfrutar y triunfar.
  • Derecho a decidir el hacerme cargo o no de los problemas de los demás.
  • Derecho de dar o no explicaciones sobre mi comportamiento.
  • Derecho a no ser perfecto, a mostrarme vulnerable y ser respetado por ello.

ARTÍCULO DE LUIS FERNANDO LÓPEZ MARTÍNEZ: extracto de la obra del autor Peajes Emocionales: un viaje a tu interior.